La Virgen de Dolores, la diosa de Xochimilco

Cada año  se conmemora en Xochimilco una fiesta en honor a la Virgen de Dolores, una representación de la Virgen María que tiene sus origen en una fiesta prehispánica en la que se rendía culto a la deidad de la Cihuacóatl, la cual salía en las noches a llorar por las culturas a las que pertenecían sus hijos y estaban por desaparecer. 

Tonantzin, considerada por nuestros antepasados como la madre tierra. Para los xochimilcas, un pueblo muy apegado a la tierra, era llamada Cihuacóatl o Quilaztli, cuya pirámide principal está dedicada a ella.

A la llegada de los españoles, los xochimilcas trataron de engañar a los franciscanos, creando así un sincretismo que confundió a los frailes, combinando la adoración hacía Quilaztli al convertirla en la deidad católica, la Virgen de los Dolores.


La Cihuacóatl y la Virgen de los Dolores, lloran por sus hijos, creando en torno a su origen y su figura, una de las fiestas patronales más grandes en la alcaldía de Xochimilco, en ella participan todos los pueblos y barrios de Xochimilco en una fiesta que dura un poco más de quince días. 

Existen dos versiones sobre la fundación de la iglesia de la Virgen de los Dolores, la primera cuena que en la segunda mitad del siglo XVIII, en un mesón de Xaltocán vivía una anciana llamada María Juana Xochpan, quién tenía una escultura de la Virgen de los Dolores que había sido tallada por artesanos indígenas en el convento de San Bernardino de Siena. Un día, antes de salir al mercado, doña María encerró a su guajolota debajo de un cesto, encima del cual puso la escultura de la Dolorosa para impedir que su guajolota se escapara. Al regresar al lugar, doña María encontró una iglesia en lugar de su mesón y ahí encontró una imagen de la virgen.

La otra versión asegura que la virgen fue descubierta entre un montón de piedras, en un terreno llamado el Rancho, perteneciente a un español que tenía en su poder una imagen de la Dolorosa ya muy deteriorada en la capilla de su hacienda. El dueño del Rancho ordenó a sus peones que la arrojaran a las piedras para que con el viento y la lluvia se terminara de destruir. Ellos cumplieron con la orden del patrón y después de unos días se dieron cuenta que la imagen de la virgen se regeneraba en vez de destruirse. Al pensar que se trataba de un milagro, ellos corrieron la voz entre el pueblo de Xaltocan y todos acudieron a presenciar el milagro.

La feria de Xaltocán se celebra dos domingos antes del miércoles de ceniza. El Instituto Nacional de Antropología e Historia declaró la iglesia de la Virgen de los Dolores como monumento nacional en 1932. El 24 de septiembre de 1951, el arzobispo de Tulancingo, Darío Miaranda le concedió el nombre de Santuario de Nuestra Señora de los Dolores de Xaltocán.





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